Es un libro muy rocambolesco. Humor inglés, donde la chispa es un sutil pero agudo comentario dicho sin perder la compostura.
Encuentro la trama muy bien
construida, con muchas subtramas, historias dentro de la historia, que
hacen que la novela avance en el relato con los viajes de Henry Pulling con su
tía como únicos giros, pero que la tía, un personaje que de tan disparatado pasa
a ser fantástico, convierte en una trama suculenta.
Dramática o humorística, la prosa depurada de Greene está
siempre enriquecida con datos del ancho mundo, una cultura sabia que forjó en su etapa de espía.
Aún siendo una novela cómica, Greene la describía como “una obra triste e incluso trágica acerca de la muerte y las diversas actitudes frente a ella”. Greene, que normalmente domina el género de novelas de espionaje, demuestra estar también muy bien dotado para el género humorístico. Aquí un ejemplo:
Crucé el jardincito
donde una pareja de norteamericanos tomaban té. Uno de ellos sacaba de su taza
un saquito colgado de un hilo, como si se tratara de un animal ahogado. Ese
penoso espectáculo hizo que me sintiera muy lejos de Inglaterra.
Me encanta el cambio que la tía ejerce sobre él, cómo va
minando su idiosincrasia de inglés flemático con una vida vacía de emociones dedicada solo a trabajar en el banco (donde deduce cómo son sus clientes por
sus créditos en lugar de establecer contacto) y en la que pone el cuidado de sus dalias en el centro de su
existencia. Genial imagen. Era como si mi
tía estuviese hablando a través de mí, dice sorprendido de su cambio y sus nuevos
comentarios.
Greene teje entre la comicidad de su discurso pasajes muy bellos y una narrativa muy depurada, como nos tiene acostumbrados.
Flotaba en el ambiente un aire de aceite, algas y mar y el recuerdo de
la pesca de la mañana (para describir el muelle de Bologne).
La genialidad no se le acaba a Graham Greene!
No hay comentarios:
Publicar un comentario