Un gran equilibrio narrativo. Y el "casi perfecto" lo digo porque en las escenas de la emisora de radio no me ha convencido tanto por quedar un poco pobres, pero es una "manchita" de nada que percibes justamente por la perfección del resto de la novela.
Por cuanto a la historia la encuentro muy real, muy verosímil, lo que no es fácil en la novela negra. El lector sigue una trama llena de vericuetos, tanto en los hechos como en la mente del inspector, Leo, un tipo corriente con mente investigadora que nos lleva de la mano para esclarecer unos fallecimientos que oscilan entre el suicidio, el homicidio y el accidente.
Domingo Villar, desgraciadamente ya fallecido, es un escritor que cuida el detalle y que nos introduce en el sabor de las costas de Galicia, los frutos del mar, los utensilios de los pescadores, el curso que sigue la pesca hasta llegar al plato y el talante gallego y su eterna respuesta capitaneada por el "depende". Un erudito de la región, el carácter de su gente, y un artista a la hora de combinar todo eso con el oscuro mundo del crimen.
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